MasterCard Estandar Banco Internacional. Requisitos Previos *Estimado Cliente antes de ingresar su solicitud le pedimos verificar los siguientes requisitos: 1. La edad mínima para ejecutar esta solicitud es 21 años y la edad máxima es de 63 años. Nacionalidad ecuatoriana. No tener cuentas cerradas en sistema.
Las tarjetas Visa Signature están disponibles a través de diversas instituciones financieras de gran prestigio, cada una de las cuales le ofrece un paquete de beneficios único e individual. Eso significa que usted tiene a su disposición una diversidad de opciones para llenar las sofisticadas necesidades de su estilo de vida elegante. Pronto será un orgulloso portador de la tarjeta que le brinda reconocimiento y prestigio mundial junto con los mejores beneficios y servicios disponibles en la industria de medios de pago. A continuación se listan los bancos que emiten la tarjeta en Ecuador.
¿Qué son las tarjetas y para qué sirven? Las tarjetas son un medio de pago utilizado como sustituto del dinero en efectivo y como método de financiación. Las comercializan tanto los bancos como las financieras y cuentan con un elevado nivel de aceptación en España. Sus principales funciones son, en primer lugar, permitir a su titular sacar dinero de un cajero automático, en segundo lugar, abonar compras en comercios tanto físicos como virtuales y, en tercer lugar, financiar compras. Pero también incluyen otras funcionalidades como sacar dinero de la línea de crédito, acumular puntos, etc. Las más habituales son las tarjetas de crédito, las tarjetas de débito y las prepago, pero también podríamos hablar de tarjetas de fidelización, de regalo o de puntos. El éxito de las tarjetas ha sido notable desde que se popularizasen a mediados del siglo XX.
Los datos hechos públicos por el Banco de España lo ponen de manifiesto. A 31 de diciembre de 2016 había 74,51 millones de tarjetas en circulación en España, un incremento del 62,7% con respecto a la cifra del año 2000. No obstante, la evolución no ha sido igual para las tarjetas de crédito que para las de débito; mientras que el crecimiento de las primeras ha sido imparable, pasando de 16,06 millones al cierre del año 2000 a 48,75 al término del pasado año, las tarjetas de débito han disminuido (de 29,74 millones al inicio del milenio a 25,76 al cierre del año 2016).
Sea como fuere, el caso es que desde hace año en España hay más tarjetas que habitantes, una prueba más de que las tarjetas como medio de pago no han sido una simple moda, sino que son una de las herramientas para realizar abonos más populares. Acceder a una tarjeta de débito implica un proceso muy sencillo. La mayoría de las cuentas corrientes las llevan asociadas y es muy habitual que cuando se contrata una cuenta corriente, simultáneamente se dé de alta también una tarjeta de este tipo por contrato, junto con el servicio de banca a distancia que también se suele contratar al unísono. No obstante, acceder a las tarjetas de crédito suele ser más complicado, porque requiere un estudio previo de la solvencia del cliente por parte de la entidad y de que este cumpla ciertos requisitos (nómina, antigüedad en el banco, etc.), ya que se trata de un medio de financiación. No obstante, cada vez resulta más fácil contratarlas, ya que están proliferando las tarjetas de crédito sin cambiar de banco, es decir, que no exigen que abramos una cuenta corriente nueva y cuyas cuotas se pueden domiciliar donde el cliente quiera. Tipos de tarjetas del mercado actual El rotundo éxito que han cosechado las tarjetas durante las últimas décadas ha facilitado la aparición de nuevas modalidades, pensadas para finalidades distintas como, por ejemplo, el pago aplazado de compras o la adquisición de productos a través de Internet con total seguridad. Hablamos de, que permiten obtener financiación al instante y abonar el importe de una compra en diferentes cuotas mensuales, de las de débito, utilizadas como un simple monedero ligado a una cuenta corriente y de las tarjetas prepago, similares a las de débito, pero que requieren cargarse previamente y están enfocadas, sobre todo, a la realización de compras online.
Para entenderlas de una manera más clara y profunda, a continuación explicamos cuáles son las características principales de cada una de ellas: Tarjetas de crédito: Las tarjetas de crédito hoy en día son la versión más popular en España de este tipo de medios de pago, con una cantidad en circulación que supera con creces a las tarjetas de débito. La principal particularidad de estos plásticos es que no sirven únicamente como sustitutos del efectivo para pagar las compras que hagamos en los comercios, sino que son un medio de financiación y nos permiten abonar las compras con un dinero que no es nuestro y que luego tendremos que devolver. En resumen, mientras que las tarjetas de débito y las prepago descuentan directamente el dinero que hayamos gastado de la cuenta asociada o del saldo cargado previamente, las de crédito nos ofrecen la posibilidad de ir asumiendo préstamos (sin superar el máximo del crédito que tengamos disponible) cada vez que queramos realizar un pago y luego devolver ese dinero a final de mes o en cuotas mensuales. El uso de las tarjetas de crédito implica asumir un compromiso: el titular deberá devolver el dinero que haya tomado prestado en la fecha pactada y, si los hubiese, debería abonar los intereses que se devengasen de la operación. Así, debemos tener presente que cuando abonamos el importe de una compra con las tarjetas de crédito o extraemos dinero de un cajero automático lo que en realidad estamos haciendo es retirar una parte del importe de la línea de crédito y, por lo tanto, asumir una deuda con el banco o la financiera, mientras que si sacásemos dinero con una tarjeta de débito o pagásemos una compra, el dinero dispuesto sería el de nuestra cuenta corriente, es decir, el nuestro. En esos casos, el dinero utilizado se tendrá que devolver de una manera u otra en función de la modalidad que se haya escogido: a final de mes sin intereses (solo se devuelve el dinero utilizado), en cuotas fijas mensuales, a plazos abonando un tanto por ciento de la deuda cada mensualidad o en un número de meses concreto. Por todo lo anterior se puede concluir que las tarjetas de crédito, además de ser un medio de pago como cualquier otra tarjeta, son también una forma de conseguir financiación, con la ventaja de que se trata de un método instantáneo.
Se puede disponer del saldo de la línea de crédito en el mismo momento en el que se realiza la compra o en un cajero automático, sin papeleos ni esperas. Estas son las características principales de cada modalidad de reembolso: • Pago fraccionado: se trata de la modalidad de pago más característica de las tarjetas de crédito. Básicamente consiste en devolver el dinero gastado en cuotas mensuales, en lugar de inmediatamente, como ocurre con las tarjetas de débito o prepago, o de golpe a final de mes. La principal ventaja de aplazar el pago de las compras es que permite hacer frente a gastos abultados de forma cómoda y asequible. No obstante, también tiene desventajas: fraccionar el pago de una compra implica, por un lado, contraer una deuda con la entidad (el dinero se tendrá que devolver en el plazo pactado y de la manera acordada, normalmente en cuotas mensuales) y, por el otro, el pago de intereses. Es decir, que al final se acaba pagando más dinero de lo que costó el bien o producto original que se financió.
El tipo de interés al que tendremos que hacer frente al fraccionar una compra con tarjeta dependerá del 'plástico', pero la media se sitúa en torno al 21%. Sin embargo, es posible encontrar tarjetas de crédito con un tipo de interés mucho más bajo, de manera que financiar una compra con ellas será mucho más barato. No es lo mismo hacer una compra de 500 euros y aplazar su pago durante seis meses al 21% que al 12%. Hay que tener presente que como ocurre con cualquier otra deuda, en el caso de retrasarse en el pago de las cuotas o, directamente, de dejar de abonarlas, se irán acumulando intereses moratorios y comisiones, lo que encarecerá la deuda y podría acarrear consecuencias poco agradables como la inclusión de nuestro nombre en un registro de morosos o, incluso, el embargo de la nómina. • P ago total a final de mes o a principios del siguiente: este método de pago consiste en liquidar, de una sola vez, todo el saldo que se haya utilizado durante el mes con la tarjeta de crédito. Por lo general, el banco o la financiera suele pasar el recibo a finales de mes o a principios del siguiente, para que el cobro llegue por las mismas fechas en las que el cliente cobra su nómina. Es importante remarcar que esta modalidad de pago también supone un aplazamiento, ya que el importe de las compras no se descuenta al momento, sino que se acumula y se paga de golpe en una fecha concreta.
Eso sí, a diferencia de lo que ocurre con el pago fraccionado, el pago total no genera intereses a favor del banco, es decir, es gratis. Todos los gastos quedan detallados en el extracto mensual de la tarjeta de crédito, por lo que aunque el total se pague de una sola vez, el cliente puede consultar todos los gastos que ha hecho durante el mes. Llegados a este punto, es importante remarcar que hay que conocer qué día pasa el banco el recibo, ya que habrá que prever tener el dinero suficiente en la cuenta para esa fecha. En el caso de no poder abonar el cargo en la fecha estipulada, no solo se seguiría debiendo el dinero utilizado, sino que además empezarían a acumularse intereses de demora y probablemente se tendría que hacer frente a una comisión de unos 30 o 35 euros para compensar los gastos administrativos en los que haya incurrido la entidad para gestionar la reclamación. Además de incorporar varias modalidades de pago, algo que las diferencia sustancialmente de las prepago y de las de débito, los bancos son propensos a incluir en este tipo de plásticos otro tipo de ventajas adicionales que no siempre incorporan en el resto de los medios de pago como descuentos al repostar carburante o seguros gratuitos, algo muy habitual. También hay algunas, que bonifican las compras que se abonen con el plástico.
Tarjetas de débito: A diferencia de las de crédito, las no utilizan el dinero que le presta el banco al cliente, es decir, el crédito, sino que solo tienen acceso al dinero que ya posee el titular, o sea, el que tiene registrado en la cuenta corriente asociada. Este tipo de tarjetas, en el momento de realizar una compra o de sacar dinero en un cajero, cargan directamente el saldo dispuesto en la cuenta del cliente y se lo descuentan inmediatamente. Solo permiten utilizar el dinero que hay en la cuenta vinculada, aunque en ocasiones el banco puede autorizar la disposición de dinero a cuenta de un descubierto, con los consiguientes intereses que se deberán abonar. He aquí la principal diferencia con las tarjetas de crédito: mientras que estas están ligadas a una línea de crédito y permiten a su titular utilizar unos fondos que no son suyos, con las tarjetas de débito el cliente solo puede gastar su propio dinero. En este sentido, son más seguras ya que no permiten al cliente endeudarse al no poder tomar prestado un dinero que no es suyo.
La principal función de las tarjetas de débito es abonar el importe de las compras que se hagan en las tiendas prescindiendo del efectivo, ya sea en comercios online o en tiendas a pie de calle, así como sacar dinero de la cuenta corriente asociada a medida que se vaya necesitando mediante un cajero automático. Tienen la ventaja de que, por lo general, pueden usarse en cualquier parte del mundo, tanto para pagar compras como para retirar efectivo. Sin embargo, podría suceder que una tarjeta no fuese aceptada en un cajero situado fuera de España o en un TPV extranjero. Además, no olvidemos que utilizar las tarjetas de débito fuera de los cajeros de la propia entidad o para abonar una compra en una moneda extranjera puede conllevar el pago de comisiones.
Las tarjetas de débito son una buena herramienta para controlar los gastos y no exceder nuestra capacidad de consumo, puesto que solo nos permitirán usar el dinero que tengamos en la cuenta corriente que hayamos asociado. Así, no tendremos posibilidades de endeudarnos, salvo en contadas ocasiones en las que la entidad admita descubiertos. Al utilizar estas tarjetas, no tendremos que abonar intereses y podremos sacar dinero gratis de los cajeros automáticos del propio banco o de los de aquellas entidades con las que el banco haya llegado a un acuerdo previo.
Antes de aceptar una tarjeta de débito, debemos fijarnos en los posibles gastos que pueda acarrearnos y en el precio de los diferentes servicios (mantenimiento y renovación, pagos en otras divisas, etc.). Hay que remarcar que las comisiones y los precios de los distintos servicios de una tarjeta deben aparecen en el contrato; además, se podrán consultar en el libro de tarifas de la entidad. En cualquier caso, si algún punto se nos escapa o no tenemos claro el concepto de alguna comisión, podemos solicitar ayuda al servicio de atención al cliente de la entidad o ir a alguna sucursal para hablar directamente con un cajero. De hecho, es importante no firmar un contrato sin tener claras todas las condiciones que aparecen en él. Tarjetas prepago: A pesar de que no han tenido la aceptación ni tampoco la promoción de la que sí han disfrutado las tarjetas de crédito y las de débito, es justo señalar que han conseguido labrarse un hueco en el mercado y han calado, sobre todo, entre los consumidores acostumbrados a realizar compras a través de Internet y, recientemente, también entre los padres que quieren darles a sus hijos menores de edad una tarjeta, pero sin perder el control sobre el gasto que realizan. ¿Cómo funcionan las tarjetas prepago?
Este tipo de tarjetas funcionan como un monedero con el saldo que en cada momento desee tener su titular, sin ningún tipo de vinculación con el resto de las cuentas del cliente. A diferencia de las tarjetas de débito, que están ligadas a una cuenta y permiten disponer del dinero que haya en esta hasta que se agote, y de las tarjetas de crédito, que permiten a su titular hacer uso de unos fondos que no son propiamente suyos, sino del banco que ha concedido la línea crediticia asociada, las tarjetas prepago son independientes y requieren una recarga previa a su utilización. Es decir, que su titular debe recargar la tarjeta prepago con el dinero que vaya a disponer antes de poder usarla y, precisamente, su utilización está limitada al saldo que se haya cargado previamente. Una vez gastado, la tarjeta queda a cero y no puede volver a utilizarse hasta que se haya cargado de nuevo. Es importante remarcar que el dinero que se utilice se descuenta al momento del saldo de la tarjeta. El triunfo de las tarjetas prepago se debe, precisamente, al hecho de que como no están asociadas con una cuenta bancaria son más seguras que el resto de las tarjetas, ya que su uso está limitado al dinero que previamente haya depositado su titular y muchas veces en este tipo de plásticos se carga el dinero justo que se va a utilizar en cada compra, por lo que es probable que en muchas ocasiones la tarjeta esté a cero.
Pero, incluso, si la tarjeta tuviese saldo y se llegase a perder o la robasen, las consecuencias no serían dramáticas, ya que si un tercero intentase utilizarla de forma fraudulenta como mucho podría gastar el dinero que haya en ella y no vaciar ninguna cuenta corriente. Sin embargo, además de la seguridad, las tarjetas prepago tienen más ventajas.
Por un lado, muchos clientes valoran el anonimato que ofrecen estos 'plásticos', puesto que en muchas ocasiones no están ligados a ningún titular en concreto, sino que son al portador. Por otra parte, permiten controlar muy de cerca el gasto realizado, ya que solo podremos disponer del dinero que hayamos cargado previamente. De ahí que muchos padres se lo planteen como una opción para sus hijos, ya que así evitan que lleven dinero en efectivo encima y pueden saber lo que gastan y en qué lo hacen, ya que son ellos los que depositan el dinero en la tarjeta y los cotitulares de la misma. Por otra parte, las tarjetas prepago también acostumbran a comercializarse como algo que puede regalarse a otra persona. Son las típicas tarjetas regalo, normalmente ligadas a una gran cadena comercial; el comprador decide la cantidad que quiere cargar y luego el que recibe el regalo puede disponer de ese dinero para gastárselo en la tienda en cuestión. ¿Es posible contratar tarjetas gratis? Como ocurre con cualquier otro servicio o producto bancario, el coste de las tarjetas dependerá de la entidad que las emita y del propio plástico.
Debemos entender que para un banco o una financiera, la emisión de una tarjeta, así como su mantenimiento anual, supone un gasto al que debe hacer frente; primero, por los costes administrativos en los que incurre tanto en el momento de la emisión (análisis de la solicitud del cliente, estudio de solvencia.) como durante el transcurso del año (emisión de extractos, comunicaciones con el cliente.) y, segundo, por los gastos de fabricación y estampación. Sin embargo, aunque a una entidad la concesión de una tarjeta, sea de crédito o de débito, le suponga un gasto, esto no significa que siempre lo repercuta al cliente. De esta manera, es posible conseguir tarjetas totalmente gratis, tanto en bancos como en financieras, mientras que en otras entidades pueden costar varias decenas de euros al año.
Cabe remarcar que entre las entidades que conceden tarjetas gratuitas, algunas no exigen ningún tipo de requisito mientras que otras, para librar al cliente de comisiones, piden que se realice un consumo mínimo anual con ellas. Además de las cuotas de emisión y de mantenimiento, que pueden esquivarse con relativa facilidad, en torno a las tarjetas planean toda una serie de costes extra que influirán sobre el precio final de los plásticos y que se tienen que tener en cuenta para que el medio de pago acabe saliendo a cuenta. Varios ejemplos: una tarjeta puede ser gratuita, pero si se solicita un estampado personalizado, por ejemplo la incrustación de una fotografía personal sobre el anverso de la tarjeta, es probable que la entidad cobre una comisión por ello.
El tipo de operaciones que se vaya a realizar con las tarjetas también afectará al coste final. Si se quiere sacar dinero de muchos cajeros y la tarjeta no lo permite, se tendrá que pagar cuando se acceda a los terminales que el banco no cubra.
Si se realiza una extracción de efectivo a crédito, también se tendrá que pagar. De ahí que sea de suma importancia, primero, conocer el tipo de operaciones que querremos hacer con la tarjeta y nuestras necesidades (necesitamos una tarjeta como medio de financiación o solo queremos un plástico para pagar a débito, queremos tener a nuestra disposición miles de cajeros o, por el contrario, apenas acudimos a ellos y nos conformamos con pocos, etc.) y, segundo, comparar los costes de cada medio de pago y encontrar uno que se adapte a nuestras necesidades y perfil. Debido al aumento de la competencia y a la elevada oferta de tarjetas que hay actualmente en el mercado, cada vez es más sencillo contratar plásticos de todas las modalidades (débito, crédito y prepago) sin cuotas de emisión y sin comisiones de mantenimiento o, lo que es lo mismo, gratis. Una noticia interesante para los consumidores de a pie, sobre todo en los relativo a las tarjetas de crédito, típicamente el medio de pago más caro.
Pero las buenas noticias no terminan ahí. No hace falta conformarse con una tarjeta gratis; ahora, gracias a la multiplicación de la oferta, se pueden encontrar plásticos con ventajas exclusivas cuyo objetivo es diferenciarse del resto de las tarjetas disponibles del mercado. Hablamos de bonificaciones sobre las compras, de descuentos en gasolineras y en otro tipo de comercios, de tipos de interés bajos en el caso de las tarjetas de crédito, etc. Para poder acceder a este tipo de tarjetas gratuitas en ocasiones la entidad exigirá que cumplamos toda una serie de requisitos de vinculación como, por ejemplo, domiciliar una nómina, varios recibos o realizar un gasto mínimo con el 'plástico' cada año. En otros casos, podremos contratar tarjetas sin necesidad de cumplir ningún requisito de vinculación e, igualmente, con muchas ventajas extra. Nos permitirán disfrutar de las mejores ventajas sin necesidad de pagar ni de 'atarnos' con una entidad. Operaciones que podemos realizar con este producto El número de operaciones que puede realizarse con las tarjetas es muy amplio, desde sacar dinero en un cajero hasta fraccionar el pago de una compra en varios meses.
Hay que tener en cuenta que no todas las tarjetas permiten realizar el mismo tipo de operaciones, por lo que antes de solicitar una u otra es importante preguntarse para qué se quiere usar el plástico y qué necesidades se quieren suplir con este medio de pago. A continuación, las principales funciones que tienen las tarjetas: • Abonar compras en comercios, tanto a pie de calle como en tiendas online La principal función de las tarjetas es sustituir al efectivo a la hora de pagar las compras, tanto en las tiendas a pie de calle como en los comercios virtuales. Eso sí, en función del tipo de tarjeta (crédito, débito o prepago), la modalidad de pago será una u otra. Al poder prescindir del efectivo, los usuarios ganan seguridad, ya que pueden desplazarse sin dinero encima, y ganan comodidad, ya que no tienen que preocuparse por el metálico ni buscar un cajero cada vez que necesitan realizar una compra. Como ya hemos mencionado, no todas las tarjetas permiten pagar de la misma manera. Así, mientras que las tarjetas de débito descuentan el dinero de la cuenta corriente asociada inmediatamente y solo permiten gastar el capital que el cliente tenga disponible en ese momento, las de crédito son un método de financiación y dan acceso a un dinero que no es propiedad del titular del plástico, sino del banco o de la financiera. Es importante señalar que durante los últimos años el pago con tarjeta ha evolucionado considerablemente y las últimas innovaciones tecnológicas han llegado al sector, por lo que ahora se pueden pagar compras con el móvil o simplemente acercando la tarjeta al datáfono, sin necesidad de deslizar la banda magnética, gracias a.
• Sacar dinero en cajeros automáticos Además de pagar las compras en los comercios, otra de las funciones más habituales de las tarjetas es sacar dinero de los cajeros automáticos. Se trata de una acción muy habitual, sobre todo porque en España hay varias decenas de miles de cajeros a los que se puede acceder con cualquier tarjeta. No obstante, los plásticos más habituales para sacar dinero son los de débito, ya que permiten realizar esta operación sin coste alguno, siempre y cuando se acuda a los terminales del banco emisor de la tarjeta o a los de aquellos bancos con los que haya llegado a algún acuerdo. Por el contrario, si se saca dinero a débito de cualquier otro cajero, se tendrá que hacer frente a una comisión que dentro de España podrá subir hasta los dos euros, en función del banco del que seamos clientes y de la entidad que sea propietaria del cajero automático. Si en lugar de una de débito se utiliza una tarjeta de crédito, además de la comisión anterior si se recurre a un cajero ajeno a la entidad, se tendrá que hacer frente siempre a una comisión extra por retirar efectivo a crédito. En cualquier caso, ambos tipos de tarjetas nos permitirán sacar dinero en la mayoría de los cajeros del mundo en caso de necesidad, sea gratis o con coste. • Realizar transferencias de la línea de crédito a la cuenta corriente Esta operación solo puede realizarse con una tarjeta de crédito, ya que son las únicas que están vinculadas a unos fondos ajenos al cliente, es decir, a una línea de crédito.
El titular puede acceder a los fondos de la línea de crédito y o bien gastarlos al pagar con la tarjeta, o bien extraerlos por el cajero automático o bien realizar una transferencia a su cuenta corriente. Eso sí, no olvidemos que al utilizar la línea de crédito estaremos asumiendo una deuda cuyo importe deberemos devolver junto con los intereses devengados. Además de los intereses, seguramente la tarjeta de crédito lleve asociada una comisión por esta operación que también se deberá abonar. Cabe recordar que el importe máximo que podremos retirar de la línea de crédito será igual a su importe máximo y variará en función de cuáles sean nuestros ingresos. • Pagar recibos, recargar el saldo del móvil, etc. Antes de realizar una operación, sobre todo si es a crédito, debemos conocer los costes que nos acarreará (comisiones, intereses, etc.) y valorar si nos sale a cuenta y si nuestra situación nos permite hacerles frente.
Si, por ejemplo, vamos a realizar una compra a crédito, debemos previamente calcular cuánto dinero podremos devolver cada mes y a cuánto ascenderá el coste final de la operación. Otro caso: si vamos a sacar dinero con nuestra tarjeta de un cajero situado fuera de España, debemos valorar también el coste de la operación para que nos salga a cuenta.
5 ventajas que ofrecen las tarjetas Más allá de la comodidad que ofrecen las tarjetas, al permitirnos prescindir del dinero en efectivo, y de las distintas modalidades de pago que las acompañan, que se adecuan a las diferentes necesidades de los clientes, la realidad es que estos medios de pago suelen incluir muchas otras ventajas que no todos los españoles conocen, pero que pueden ayudarnos a ahorrar varias decenas de euros al año. También pueden sernos muy útiles en el caso de viajar al extranjero, ya que muchas tarjetas, sobre todo las de crédito, incluyen seguros gratis que cubren contingencias como la pérdida del equipaje o un accidente en otro país. Es importante remarcar que no existe un paquete de ventajas estándar y que cada banco o financiera puede incluir los extras que considere oportunos en sus tarjetas, pero podríamos decir que las siguientes cinco ventajas son las más habituales y fáciles de encontrar en el mercado. • Tarjetas sin cuotas: es una de las ventajas más valoradas por los clientes que no quieren seguir pagando por la emisión y la tenencia de los 'plásticos'. Cada vez son más las entidades de crédito y las financieras que comercializan tarjetas sin cuotas de emisión y de renovación, es decir, tarjetas gratis año tras año, por lo que ya no hace falta seguir pagando por ellas. En ocasiones, para librarse de la comisión de mantenimiento se tendrá que cumplir algún requisito como, por ejemplo, realizar un gasto mínimo anual en compras, mientras que en otros casos la entidad no impondrá ninguna condición para que sus clientes puedan disfrutar de sus tarjetas gratis. Afortunadamente, se trata de una de las ventajas más fáciles de conseguir, por lo que si necesitamos una tarjeta de crédito o de débito, no debería ser complicado encontrar una que esté libre de costes.
• Compras bonificadas: como gancho para captar a nuevos clientes y premiar su fidelidad, cada vez son más las entidades que bonifican las compras de sus clientes, es decir, que les devuelven un tanto por ciento de las compras que hayan realizado con la tarjeta en cuestión. La bonificación puede ser de hasta el 5%.
No obstante, en función del banco la devolución se aplicará sobre todas las compras o solo sobre las que se realicen en una serie de comercios o marcas concretas. Asimismo, dependiendo del banco el importe de la devolución puede variar según las compras que se hagan, siendo por ejemplo del 1% para ciertas compras y del 3% para otras. Es importante resaltar que, por lo general, estas ventajas están reservadas a las tarjetas de crédito y no suelen estar presentes en las de débito y menos aún en las prepago, aunque puede haber excepciones. Antes de dejarse seducir por esta ventaja es importante averiguar sobre qué compras se aplican las devoluciones (comercios, marcas, etc.) y si solo computan las compras pagadas a plazos, algo relativamente habitual. En general, los intereses a deber por las compras aplazadas siempre serán superiores a la bonificación, por lo que no deberíamos dejarnos cegar por este tipo de ventajas sin ver antes sus inconvenientes. Eso sí, si necesitamos financiar una compra, hacerlo con una tarjeta que aplique una bonificación puede acabar resultando muy barato, ya que si se resta el importe de la devolución a los intereses pagados, el TIN final será más bajo. • Descuentos en gasolineras: sin duda, se trata de una de las ventajas más valoradas por los conductores y también de una de las más explotadas por los bancos.
Cada vez son más las entidades que ofrecen a sus clientes descuentos en carburante al utilizar sus tarjetas, ya sean de crédito o de débito. El ahorro puede ser incluso de más del 3% sobre el importe del repostaje.
Sin embargo, no todo son ventajas: los descuentos no se aplican sobre todas las gasolineras de España, sino que cada banco tiene acuerdos con una serie de marcas y sus tarjetas solo aplican los descuentos en unas estaciones de servicios específicas. Las gasolineras más típicas que se suman a este tipo de promociones gracias a los acuerdos a los que llegan con los proveedores de tarjetas son Repsol, Campsa y Petronor, Galp, Shell, Cepsa y BP. Aunque este tipo de descuentos puedan resultar muy atractivos, antes de utilizar las tarjetas en las estaciones de servicio adheridas a la promoción, vale la pena analizar el coste final del repostaje y si no sería más barato repostar en otra gasolinera en la que no se aplicase el descuento, pero que sus precios fuesen más económicos, como las low cost. • Descuentos en compras: si bien las promociones en gasolineras son habituales, las ventajas no se quedan ahí.
La mayoría de los bancos han extendido los descuentos más allá de los repostajes en las estaciones de servicio y ofrecen un ahorro en forma de rebaja sobre las compras realizadas en muchos otros sectores; desde marcas de alimentación hasta agencias de viajes, tiendas de alimentación o grandes plataformas como Amazon. Cada vez son más las entidades que incluyen en sus tarjetas, tanto de crédito como de débito, programas de descuentos para ahorrar en compras realizadas en tiendas físicas y online. Se puede ahorrar en marcas de renombre como Amazon, Starbucks o Springfield y los descuentos pueden llegar a ser muy atractivos. Antes de aprovecharlos es importante conocer las condiciones y los pasos que hay que seguir para poder beneficiarse de ellos. • Seguros incluidos sin coste extra: a pesar de que es una de las ventajas menos promocionadas de las tarjetas y, por lo tanto, menos populares, es una de las más típicas y que comparten la mayoría de los plásticos.
Casi todas las tarjetas, sobre todo las de crédito, incoporan pólizas sin ningún coste para el titular que pueden serle muy beneficiosas en ciertas situaciones como, por ejemplo, en caso de uso fraudulento de la tarjeta de crédito o de tener un accidente en un viaje. De hecho, los seguros más habituales son los accidentes en el extranjero, asistencia en viajes y antifraude, aunque también se pueden incluir otros como pólizas de extensión de garantía de los productos comprados con el plástico. Aunque para muchos sea una ventaja desconocida, pueden ser muy útiles, así que cuando contratamos una tarjeta no está de más pedirle a la empresa que nos remita una copia de la póliza o pólizas incluidas, para ver sus características, sus coberturas y qué hacer en caso de necesitarlas. Por muy suculentas que puedan resultar todas las ventajas anteriores, no debemos pasar por alto el resto de los aspectos que influyen en la calidad de una tarjeta como las comisiones, las cuotas de emisión y de renovación, el límite de crédito, los cajeros automáticos a los que da acceso gratis o los requisitos de emisión. De hecho, será necesario fijarse en estos puntos y compararlos con las ventajas que ofrece la tarjeta para saber si realmente vale la pena o, por el contrario, las ventajas no compensan el resto de condiciones.
¿Cuáles son las comisiones más típicas de las tarjetas? Tal y como ocurre con el resto de los productos financieros, las tarjetas también pueden venir acompañadas de comisiones que dependerán de la operativa que se haga con ellas y de quién sea el emisor de la tarjeta. Mientras algunas entidades libran a sus clientes de las principales comisiones asociadas a estos medios de pago, otras cobran varias decenas de euros al año por ellas. Antes de aceptar una tarjeta, independientemente de su modalidad, debemos leer el contrato y, especialmente, el apartado relativo a las comisiones asociadas, donde podremos entender qué gastos incluye la tarjeta y a cuánto ascienden. A continuación, las seis comisiones más frecuentas relacionadas los 'plásticos': • Comisión de emisión: es la tarifa que aplican los bancos y las financieras por la emisión de una tarjeta.
Se trata de una cuota única que se abona en el momento de la concesión y no se debe confundir con la comisión de mantenimiento que aplican las entidades cada cierto tiempo. Su cargo responde a los costes en los que incurre la entidad por la fabricación y la estampación de la tarjeta, así como por los esfuerzos administrativos que supone la gestión de la solicitud y su análisis, sobre todo si se trata de una tarjeta de crédito que requiere un estudio en profundidad del historial y de la solvencia del cliente.
Además, el importe de la cuota de emisión también suele estar condicionado a las ventajas que ofrece la tarjeta (seguros gratuitos incluidos, descuentos en comercios, bonificación de las compras, acceso a salas VIP de aeropuertos.) así como a sus características financieras (importe de la línea de crédito.). Por lo general, esta comisión es fácil de evitar, ya que son muchas las entidades que ofrecen este servicio de forma gratuita a los clientes interesados en una tarjeta, aunque a veces esa gratuidad se traduce en la aceptación de una serie de términos relativos a la vinculación que se deberán valorar previamente.
• Cuota de mantenimiento: es la cuota que hay que pagar al banco o a la financiera trimestral, semestral o anualmente por el mantenimiento de la tarjeta. Aunque cada vez son más las entidades que no aplican esta comisión, en el caso de tener que abonarla puede suponer varias decenas de euros al año, así que vale la pena comparar antes las distintas tarjetas del mercado para librarse de esta cuota. En cualquier caso, algunos bancos eximen a sus clientes de ella si cumplen una serie de requisitos como, por ejemplo, realizar un mínimo de compras al año o gastar una cantidad mínima cada cierto tiempo. • C omisión por solicitar una tarjeta extra: es el precio que cobran las entidades por emitir una nueva tarjeta asociada a una misma cuenta.
Aunque no todos los bancos la aplican, es más o menos habitual. Las tarjetas extra se solicitan básicamente cuando hay más de un titular en una cuenta y cada uno quiere su propio plástico o cuando una cuenta tiene algún autorizado.
Así que antes de solicitarla, vale la pena consultar en el libro de tarifas o en el contrato su coste, o preguntar directamente en la entidad. • Comisión por duplicado de la tarjeta: en el caso de que queramos solicitar un duplicado de nuestra tarjeta porque, por ejemplo, la hayamos perdido, antes debemos preguntar si esta operación tiene coste, ya que puede ser que no sea gratis. • Comisión por retirada de efectivo en cajeros a débito: es la tasa que nos cobra el banco por sacar dinero con una tarjeta de débito en un cajero automático.
En general, todos los bancos ofrecen a sus clientes la posibilidad de sacar dinero gratis de su parque de cajeros sin coste alguno. La diferencia es que algunos bancos tienen un centenar de terminales y otros varios miles. En ocasiones, el banco puede dejarnos utilizar los cajeros de otros bancos a coste cero o pagando una comisión inferior a la que se pagaría de 'nomal' porque ambas entidades han llegado a un acuerdo o porque nuestro banco ha decidido no repercutirnos la comisión que le cargue el propietario de la máquina. En cualquier caso, debemos tener claro que el banco propietario del terminal es el que fija la comisión, pero no nos la cobra a nosotros directamente, sino que se la traslada a nuestro banco y este es el que decide si la asume él o nos la repercute a nosotros. • Comisión por retirada de efectivo en cajero a crédito: retirar efectivo con una tarjeta de crédito implica no solo tener que hacer frente a las comisiones por utilizar el terminal, sino asumir una deuda, ya que al retirar efectivo a crédito se están utilizando los fondos de la línea de crédito, que no son nuestros, y, por lo tanto, habrá que devolverlos junto con los intereses que se devenguen.
Además de los intereses, habrá que pagar la comisión que le cargue el propietario del cajero a nuestro banco, que será la misma que la de sacar dinero a débito, y una comisión extra que nos cobrará nuestro banco por sacar dinero a crédito. Las comisiones anteriores son las más habituales y suelen afectar por igual a las de crédito y a las de débito, pero hay otros gastos que no deberíamos pasar por alto. Por ejemplo, algunas tarjetas prepago pueden aplicar una comisión por cada recarga de saldo que se haga o las tarjetas de crédito, si se utilizan con la modalidad de pago aplazado, generarán intereses a favor del banco o de la financiera que se deberán abonar en el plazo acordado.
Y si se hace una transferencia de la línea de crédito a la cuenta corriente, además de intereses, también habrá que pagar una comisión por realizar la operación. No obstante, es importante tener claro cuáles son las comisiones que acostumbran a aplicar los bancos y las financieras en las tarjetas. Sin embargo, hoy en día es posible encontrar, es decir, gratuitas, sobre todo si se domicilia la nómina en el banco que nos la concede. ¿Cómo escoger una tarjeta? Elegir entre un tipo de tarjeta u otro no siempre es fácil. A veces, podemos dejarnos tentar por 'plásticos' que parecen muy atractivos por sus ventajas, pero que a la larga nos van a salir caros o que, simplemente, no van a suplir nuestras necesidades.
Antes de contratar una tarjeta, debemos estudiar atentamente sus costes y las funciones que ofrece. Para comprender qué tipo de tarjeta es la que mejor nos va a ir, si una de crédito, una de débito o una prepago, podemos hacernos cinco preguntas que nos ayudarán a encontrar la respuesta: • ¿Para qué necesitamos la tarjeta? ¿La queremos únicamente como monedero de plástico para prescindir del efectivo y sacar dinero cuando lo necesitemos, la queremos para financiar compras y pagarlas a plazos o la necesitamos para comprar por Internet?
• ¿Nuestro historial crediticio es bueno? En caso contrario, por ejemplo, si estamos sobrendeudados o incluidos en algún fichero de morosos, difícilmente podremos contratar una tarjeta de crédito. • ¿Estamos dispuestos a abonar comisiones o queremos que la tarjeta sea gratis y esté exenta de gastos? • ¿Qué tipo de ventajas pretendemos conseguir?
¿Conducimos habitualmente y queremos descuentos al repostar carburante, preferimos la devolución de una parte de las compras, queremos.? • ¿Queremos utilizar nuestras tarjetas para pagar a plazos nuestras compras? Dónde contratar tarjetas de crédito, débito o prepago Si queremos contratar una tarjeta de débito, tendremos que acudir a un banco. Este tipo de tarjetas están conectadas directamente con una cuenta corriente abierta en la misma entidad y sólo los bancos tienen la potestad de abrir cuentas a la vista. Sin embargo, las tarjetas de crédito pueden comercializarlas tanto los bancos como las financieras, ya que en ocasiones pueden asociarse a una cuenta corriente en otra entidad.
En lo que respecta a las tarjetas prepago, estas tampoco son exclusivas de los bancos, sino que pueden encontrarse también en empresas de medios de pago, financieras. Gracias a la digitalización que ha vivido el sector durante los últimos años, ahora ya no hace falta desplazarse hasta una sucursal para solicitar una tarjeta nueva. Cada vez es más habitual solicitar nuevos 'plásticos' a través de Internet. De hecho,en algunos casos es imprescindible, sobre todo en la banca online y en las financieras, que no tienen apenas presencia física. Los clientes de un banco acostumbran a poder pedir tarjetas nuevas a través de su banca a distancia y también es posible contratar nuevos 'plásticos' por Internet en entidades con las que no se tiene una relación previa, sobre todo cuando se trata de tarjetas sin cambiar de banco. Si la solicitud se hace de forma presencial en una oficina, probablemente nos den a escoger entre recibir el 'plástico' en nuestro domicilio o ir a recogerlo a la sucursal.
Por el contrario, si se trata de una entidad online, sin apenas oficinas, la única opción será recibir la tarjeta por correo postal. El plazo de recepción puede demorarse hasta un par de semanas, dependiendo de la entidad emisora. Una vez recibida, tendremos que seguir las instrucciones del banco o financiera para activarla.
Este proceso suele ser muy sencillo y basta con entrar en la web del emisor, llamar por teléfono o acudir a un cajero a darla de alta. ¿Solo las entidades financieras emiten tarjetas? No solo se pueden conseguir tarjetas en las entidades de crédito, desde hace años es muy habitual que los grandes almacenes y las cadenas comerciales también las ofrezcan a sus cliente con el fin de fidelizarlos y premiarlos de alguna manera cada vez que realizan compras en sus establecimientos. Por lo general, se trata de plásticos sin ningún tipo de función financiera, sino que simplemente sirven para acumular puntos, sumar descuentos o aplicar bonificaciones sobre las compras que se hagan en la tienda.
Por lo que si somos clientes habituales de alguna marca, por ejemplo, de una cadena de supermercados, podemos conseguir descuentos o ahorrar en nuestras compras cada vez que enseñamos la tarjeta. Cabe destacar que este tipo de plásticos siempre son gratuitos y no suponen ningún coste para el cliente. Además, estas tarjetas por lo general solo pueden utilizarse en los establecimientos de la marca que las ha emitido, por ejemplo, en una red de supermercados o en las gasolineras de una misma marca.
Por otra parte, cada vez son más las marcas que llegan a acuerdos con financieras para convertir sus tarjetas de fidelización en plásticos que sirvan también para pagar las compras y, sobre todo, para financiarlas. Si optamos por utilizarlas para aplazar el pago de las compras es importante conocer antes el tipo de interés que aplican, las posibles comisiones y las cuotas resultantes de la operación. Tarjeta de crédito o de débito: ¿cuál escoger?
Con todo lo anterior ya deberíamos saber la diferencia entre una tarjeta de crédito y una de débito y sobre las funcionalidades que incorpora cada una. No obstante, si aún no tenemos claro cuál de los dos tipos principales nos interesa más, si una tarjeta de crédito o una de débito, podemos preguntarnos lo siguiente: • ¿Tenemos intención de aplazar el pago de las compras? Si la respuesta es afirmativa, entonces la única opción disponible es la tarjeta de crédito, ya que la de débito no permite aplazar pagos.
No obstante, antes de fraccionar el pago de una compra con una tarjeta de crédito, es importante conocer sus condiciones, la modalidad de pago concreta que lleva incorporada y el coste de la operación (los intereses). • ¿Preferimos que el saldo dispuesto se nos descuente al momento o todo de golpe a final de mes? Si no queremos financiar nuestras compras, pero nos resulta más cómodo que todo el dinero que hayamos gastado se nos descuente a final de mes, tendremos que decantarnos por una tarjeta de crédito con pago total a fin de mes. Esta modalidad de pago no incluye intereses, pero requerirá que en la fecha en la que la entidad pase el recibo tengamos el dinero suficiente. Si, por el contrario, preferimos que el dinero gastado se descuente de la cuenta en el momento en el que se utilice y que se registren todos los gastos realizados en la cuenta a medida que se vayan haciendo, necesitaremos una tarjeta de débito. • ¿Tenemos capacidad para asumir deudas? Si nuestra capacidad de endeudamiento es nula, bien porque apenas contamos con ingresos y no tenemos ahorros bien porque ya estamos muy endeudados y no podemos asumir pasivos nuevos, lo mejor será decantarnos por una tarjeta de débito que no nos permitirá asumir más deudas.
No olvidemos que en el momento en el que pasamos una tarjeta de crédito por un datáfono, estamos asumiendo un compromiso de pago futuro, ya que el capital que utilizamos no nos pertenece, incluso si la modalidad de pago activada es la de pago a fin de mes. O sea que todo el dinero gastado a crédito se tendrá que devolver en un momento u otro, ya sea de golpe a final de mes sin intereses o en cuotas mensuales con intereses. • ¿Somos capaces de gestionar correctamente nuestras finanzas? Las tarjetas de crédito nos exigen ser más responsables y, sobre todo, previsores, ya que asumiremos una deuda con la entidad cada vez que las usemos y tendremos que contar con los fondos necesarios para saldarla en las fechas acordadas. Si no somos capaces de gestionar correctamente nuestras finanzas y preferimos no correr riesgos y no asumir ninguna deuda, podemos optar por las tarjetas de débito que, salvo en contadas excepciones en las que admiten descubiertos, solo nos dejarán usar nuestro dinero.
Las tarjetas de crédito también incluyen más descuentos y seguros gratuitos que las tarjetas de débito. Sin embargo, si no controlamos bien nuestros gastos, no es una buena idea contratar una tarjeta de crédito. En cambio, las tarjetas de débito son mucho más seguras si no se nos da bien planificar nuestras finanzas. Con estas tarjetas podemos realizar todo tipo de compras aunque no tengamos dinero encima, pero no podremos financiarlas. Asimismo, las tarjetas de crédito pueden ser ventajosas por todos los descuentos, promociones, regalos o seguros de los que podemos beneficiarnos. Si todavía tenemos alguna duda sobre qué tipo de tarjeta nos puede ir mejor, podemos descargarnos la guía gratuita de HelpMyCash '¿Qué tarjeta te conviene más? El test de las 9 preguntas?'
'. Gracias a esta útil herramienta aprenderemos qué tipos de tarjetas bancarias existen, cuánto cuesta pagar a plazos y en qué aspectos debemos fijarnos para elegir la tarjeta que más nos conviene. ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen las tarjetas 'revolving'? Cuando hablamos de tarjetas revolving nos referimos a los 'plásticos' pensados para aplazar el pago de las compras.
Están diseñadas para financiar las compras y asociadas a una línea de crédito que se irá agotando o reponiendo a medida que vayamos gastando y devolviendo el saldo dispuesto. Utilizar este tipo de tarjetas implica abonar intereses por las compras realizadas, independientemente de si se escoge la opción de pagar una cuota fija cada mes o de devolver un tanto por ciento de la deuda mensualmente. Lo que define a este tipo de tarjetas, las revolving, es que ofrecen al cliente la posibilidad de seguir reutilizando el crédito, a medida que se vaya liquidando lo que ya hemos utilizado, es decir, progresivamente dispondremos del mismo dinero que vayamos reembolsando.